lunes, 4 de junio de 2007

Cambio de folio

Llegar a los 40 suena como tremendo suceso en la vida y creo que lo es. Más si a ello se suma esta vocación de soltería que me acompaña (y me persigue) y la condición no menor de ser mujer. Para mi abuelita seguro ya estaría en el rango de solterona (hace rato), pero más que sentirme una cuarentona, me veo como una "cuarenteañera". O sea, estoy lejos de ser la misma de los 30 años y más aún la de los 20, pero la entrada a esta cuarta década no me asusta ni me hace sentir más vieja. Pucha! Sí no me siento más vieja!! La pura verdad. Más experimentada, menos impaciente, más sensata, más tolerante... capaz que esos sean síntomas claros de vejez... ¡Qué algún experto responda, please!
Más allá de la acumulación de décadas, disfruto este momento plenamente. Soy más amiga de mis amigos, no guardo rencor a quienes me hicieron daño alguna vez, atesoro los amores vividos, los instantes de plenitud, la felicidad que acompaña cada nuevo día de vida y, como dijo la gran Piaf, no me arrepiento de nada, de nada, de nada.