martes, 5 de mayo de 2009

Ciber@mor


Pretendo comenzar aquí una serie de crónicas que resumen mis aventuras @morosas en el ciberespacio.
Quiero empezar diciendo que comencé mis andanzas en esto del ciber@mor hace poco más de 10 años. Y no fue por iniciativa propia. Mi mejor amiga, mi lady, encontró cibernovio en Iquique y de rompe y porrazo, teníamos que mudarnos las dos a la tierra de campeones. "No me voy sola ni llorando, guachita", me dijo. Y se sumergió en la tarea de encontrarme un ciber@mor en el norte. Como su experiencia en las lides virtuales del amor eran vastas, se ofreció a convertirme en usuaria de un sitio bastante concurrido. Como corderito que va al matadero, acepté que me hiciera un perfil. Así comenzó mi aventura con cibercupido. Por supuesto, la búsqueda la hizo mi lady y seleccionó al primer candidato: "Ojos azules, metro setenta (no es muy alto), 68 kilos (flaquito), gerente (mmm interesante), le vamos a escribir", dijo. Chalo (así le pusimos) contestó rápido y mi amiga comenzó la seducción epistolar en mi nombre. Tanto ir y venir de mensajes llevó al paso siguiente: "Dame tu teléfono", escribió él. Mi lady pidió autorización y se la di. Un par de días después, un mensaje en mi buzón de voz recogía el primer contacto real con Chalo el iquiqueño. Lo raro es que el número de teléfono del remitente era de Santiago... Mi lady aseguró perspicaz: "¡¡Debe andar en viaje de negocios y aprovechó de llamarte!!". Devolví la llamada y me invitó a comer esa misma noche. Debo confesar que me arreglé como torta de cumpleaños, bien escotada (luciendo los atributos que la naturaleza me dio), labial rojo furioso y mi perfume más seductor. A la hora en punto, bajé de mi depa al encuentro de Chalo, envuelta en un abrigo negro. El auto blanco esperaba en la esquina. Me acerqué lentamente y unos metros antes de llegar, reboté contra la imagen que pude ver a través de la ventanilla. ¡Salí corriendo de vuelta al condominio! El tipo era matado de malo. Escondida en mi departamento, trataba de decidir si salir o no con él, "capaz que sea buena persona", "no te quedes sólo en lo físico", me dije. Chalo insistió en el teléfono y decidí acudir a la cita, previo cambio de look por uno menos vampiresco.
Chalo me recibió de brazos abiertos. Frente a frente, el panorama era aún peor. Es cierto, tenía ojos azules... y se veían enormes tras unos lentes tipo Mr. Magoo que llevaba. Fiel a mis principios, entablé conversación para ver si había  en él 'belleza interior'. Pero las sorpresas mayores estaban por venir. El primer balde de agua fría fue que nunca había vivido en Iquique (adiós a los planes de Mi lady). Tampoco era gerente de nada y, más encima, no pensaba llevarme a comer... Sus planes eran bien distintos y el destino era Las Brujas. "¿No íbamos a comer? pregunté, haciéndome la ingenua...". Chalo respondió: "¿Tienes mucha hambre?" Obvio que dije SÍÍÍ. "En Las Brujas hay restorán", dijo el patúo y tomó rumbo hacia La Reina.
Buen boyscout no era, porque no encontraba el camino. En realidad, preferí pensar que andaba perdido y no que su intención era perderse conmigo. Cuando el auto ya iba llegando al final del cerro, lo paré en seco y tomé las riendas del asunto: "Ahora te vas por donde yo diga", dije golpeado. Y unos minutos más tarde, entrábamos a la disco parejera. Él quiso partir a 'l'ocscurito', pero mis pasos me llevaron directo al iluminado salón del restaurante. Y comenzó el desfile de aperitivos, vino, bajativos... ufff. Se tomó hasta el agua de los floreros. Cada cierto rato, yo arrancaba al baño y llamaba a Mi lady: "¡¡¡Sácame de aquí!!!!", suplicaba y mi amiga estaba destrozada e insomne a esa altura. Terminó la latera comida y yo quise huir de inmediato, pero el feo y fome ahora más encima estaba BORRACHO y quería ir a bailar. "No seai pesá, vamos a bailar", decía con la clásica voz aguardentosa. Insistí en que me quería ir y obtuve como respuesta: "¿Así que te querís ir? ¡Ándate, poh!". Y lo hice. Dije buenas noches y partí. La fortuna estaba de mi lado, porque justo entró un taxi. Embarcada en el auto, comencé a recibir insistentes llamados de Chalo. Los mensajes en el buzón de voz se acumulaban: "Mi amor, por qué me dejaste así si yo te quierrdrdrroooo". ¡Agotador! Ciber-lección Nº 1: Déjate llevar por la primera impresión y no des una segunda oportunidad.


3 comentarios:

Ahlejandro dijo...

confieso me he reído una enormidad con tu relato ...

Hilda dijo...

La idea era hacerte pasar un buen rato... Gracias!

v dijo...

jajajajaja... ta muy bueno!!! Si necesitas colaboraciones, nada más me dices.